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Año de nacimiento: 1958 Estado civil: Casada Aficiones: Leer, la música, hablar con la gente,... lo normal.Creyente-cristiana.

viernes, 30 de octubre de 2009

ARTICULO DE CARL R. ROGERS( 1977).UNA PERSONA NUEVA.

La persona que surge: nueva revolución, un artículo clásico de Carl R. Rogers

La parte de la cultura occidental que se desarrolló en los Estados Unidos parece estar en un proceso de decadencia. La convicción, cada vez más intensa, que las personas tienen de que son incapaces de gobernarse a sí mismas —lo que representa una creciente falta de fe en el proceso democrático— acaso sea el síntoma más importante de este hecho.


Nuestros ciudadanos creen que nuestras ciudades escapan al control de los administradores elegidos. Los deberes y los derechos cívicos dejaron de tener una importancia vital. Si se sometiese a un plebiscito la Declaración de los derechos humanos de la Constitución muy probablemente sería derrotada. Es profundo el escepticismo en relación al gobierno y a sus miembros todos. La desconfianza es recíproca. El gobierno desconfía profundamente de los ciudadanos. Caminamos a paso firme hacia un régimen militar en el que la fuerza sea la autoridad suprema. Las recientes denuncias de que fue blanco la élite federal del poder muestran claramente que la mentira y el fraude, la invasión delictiva de la vida privada, la falta de respeto a la ley, la vigilancia policíaca, el tormento y la prisión a que son sometidos los disidentes han constituido los procedimientos políticos empleados para someter al pueblo. Nuestra política exterior indica también que estamos a un paso del totalitarismo. La domina la creencia de que "el poder produce la justicia". En las guerras no declaradas y secretas, el bombardeo de gentes indefensas, sin ninguna consideración por sus derechos humanos y políticos, se estima medio adecuado para alcanzar la meta diplomática de la llamada "paz". Pero no encontramos estos fallos en la esfera gubernamental tan sólo. También se encuentran en decadencia las demás instituciones. La Iglesia dejó de ejercer hace algún tiempo una influencia social significativa. La familia como institución se encuentra en un estado de desorden y confusión; en la mayoría de ellas predomina la distancia entre los cónyuges y entre los padres y sus hijos adolescentes. En cuanto a la escuela, nuestro sistema de enseñanza pública está cosificado y no satisface las necesidades sociales. Se impide toda innovación por lo que se oprime a los innovadores. En un mundo en rápido cambio, los profesores y sus dirigentes —autoridades escolares locales o universitarias— tienden a aferrarse con tenacidad al pasado, por lo que no hacen sino cambios simbólicos. Es probable que nuestras escuelas sean más perjudiciales que beneficiosas para el desarrollo de la personalidad y que su influencia sea negativa sobre el pensamiento creador. Básicamente, son instituciones destinadas a confinar y a vigilar al joven, a fin de mantenerle alejado del mundo adulto. Desde un punto de vista económico, la situación es curiosa. La nación más rica del mundo es incapaz de proporcionar una adecuada asistencia sanitaria a sus habitantes. Los esfuerzos para exterminar la pobreza son a su vez exterminados por el hecho de que el 8 % de la población tiene una renta mayor que el 50 % que constituye la capa inferior. Tal separación entre los pobres y los ricos de este país y entre las naciones pobres y las naciones ricas, en el conjunto mundial, aumenta cada vez más. Hay empresas poderosas que no sólo ejercen una extraordinaria influencia sobre nuestro gobierno y sobre nuestras vidas, sino que también se inmiscuyen altaneramente en los asuntos de países extranjeros. En la actualidad, los altos cargos administrativos están ocupados predominantemente por hombres ricos, de tal manera que de nuestros 100 senadores, supuestos representantes del pueblo, 40 son considerados multimillonarios. El hombre de la calle no cuenta con representantes sensibles y solidarios ni en el plano de la institución en la que trabaja, ni en el del gobierno que lo dirige. Hay otras señales de los tiempos. Como pueblo, carecemos de un objetivo común, puede incluso que de algún objetivo individual bien definido. La alienación cultural de nuestra juventud es motivo de honda preocupación para muchos. Resulta patente la tendencia de personas y grupos a emplear la violencia y el crimen a fin de alcanzar todo tipo de objetivos, de llevar adelante todo tipo de causas. En este aspecto, parece que el pueblo sigue el ejemplo del gobierno. Tenemos por consiguiente todos los motivos para dudar de la supervivencia de nuestra cultura. Unas veces, parece que todo se reduce a saber si cometeremos un suicidio a escala mundial, mediante la bomba, o si no haremos sino ir declinando hasta que el liderazgo mundial pase a otras manos. Se trata de un panorama nada agradable. Algunas perspectivas más prometedoras Pero mi jardín me enseña de forma constante una lección: los restos oscuros y podridos de la planta de este año serán el abono del que surgirán los brotes del año siguiente. De la misma forma, creo que es posible vislumbrar en nuestra cultura en decadencia la silueta de una nueva yema, de una nueva revolución, de una cultura radicalmente diferente. Me parece que esta revolución no se producirá por la acción de un movimiento organizado y de grandes proporciones o por la de un ejército armado que empuña banderas, ni tampoco por el efecto de manifiestos y declaraciones, sino por la aparición de un nuevo tipo de persona, que brotará de las hojas y los tallos agonizantes, amarillentos y podridos de nuestras evanescentes instituciones. Hace más de cuatro años, pronuncié una conferencia, corta e incisiva, sobre "la persona del futuro". No la publiqué no sólo porque me sentía inseguro en cuanto a la manera de concebirla, sino también porque no sabía con certeza si de verdad estaba surgiendo esa persona, o si se trataba sólo de una insensata fantasía mía. Pero a partir de entonces, la realidad parece ir confirmando lo que podría haberse considerado una tesis aventurada. Además de eso, se han publicado auténticos ríos de libros, de los más diversos orígenes, en los cuales, desde diferentes perspectivas, aparece la creencia de que en nuestra cultura se está produciendo un tipo de cambio drástico, y está surgiendo un tipo de persona y de conciencia y una manera de ser y de comportamiento que remodelarán el planeta; todo esto es muy alentador para mí. Rene Dubos (1972), un médico de renombre, resalta que la propia naturaleza humana garantiza que el futuro pertenece a la "persona sin par, sin precedentes e inimitable" y que "tendencia no significa destino". George Leonard (1972), un poético periodista y pedagogo, nos brinda una visión extática de la especie humana, la cual estaría emprendiendo "un viaje terrible en dirección a un estado superior de existencia", transformación para él inevitable. Desde un punto de vista muy diferente, John D. Rockefeller III (1973), filántropo y financiero, caracteriza la ya deflagrada segunda revolución americana, resultante, en parte, del hecho de que hoy tenemos una conciencia más sutil y nítida de nosotros mismos y del mundo en que vivimos, lo que lleva a la plasmación humanística del sueño americano. El filósofo y psicólogo Thomas Hanna (1974) es el autor de un verdadero himno a la totalidad del soma humano —cuerpo y mente unidos—, que pulsa y se expande, y a los nuevos factores humanos de cambio que dan hoy vida a esta abstracción y con ello nos dirigen a una nueva meta. Jonas Salk (1972, 1973), eminente microbiólogo, nos lleva a percibir, a través de su prisma biológico, la real evolución intelectual y espiritual del potencial humano. El Instituto de investigaciones Stanford, a través de su centro de acción social, va a divulgar un informe muy completo que discute las maneras por las que podemos "facilitar la aparición de nuevas imágenes" del ser humano, a partir de la premisa de que tenemos necesidad de una imagen nueva y más adecuada, si es que queremos sobrevivir (Markley y colaboradores, 1973). Fred y Anne Richards (1973), psicólogos y pedagogos, revelan el tema de su libro en la palabra-título Homonovus, el hombre nuevo. Andrew Weil (1972), un médico joven y audaz dedicado a la investigación, defiende a este hombre nuevo, señalando las ventajas del pensamiento intuitivo —la mente natural—, que tiene como base factores inconscientes y estados alterados de conciencia, cuando se lo compara con el pensamiento racional convencional, que caracteriza al hombre corriente y al académico. Hace hincapié de manera provocadora en que el futuro pertenece mucho más al pensamiento "ido" que al pensamiento "cuadrado" (aunque para él "ido" no quiera decir inducido por las drogas). La novelista Joyce Carol Oates (1972) es autora de un ensayo sobre "la crisis de la transición" por la que pasamos, en la que sitúa el final del renacimiento, en cuanto el hombre evoluciona hacia un "humanismo más elevado". Menciona un pasaje, para mí maravilloso, del físico y filósofo Sir James Jeans, en el que se expresa una idea común a todos los autores que mencioné, los cuales parecen doblar las campanas por un punto de vista estrechamente mecanicista. Dice así: "... El universo empieza a asemejarse más a un gran raciocinio que a una gran máquina." He presentado unas ideas recientes en relación al hombre que será; podrían mencionarse otros ejemplos. De cualquier manera, esta diversidad de concepciones intrigantemente divergentes respecto al futuro me animan a presentar con mayor seguridad —y espero que con más hondura— mi punto de vista sobre el nuevo y radical brote de personas que pueden cambiar los aspectos fundamentales de nuestra sociedad. Debo destacar que las ideas que voy a exponer se basan en las amplias observaciones que realicé, en las interacciones con varios individuos y grupos y en mis lecturas. Se trata de una reflexión informal, sujeta a las distorsiones y a los errores que tal adjetivo implica. Ni es ni pretende ser una formulación científica, aunque espero que contenga algunos elementos de observación en los que se inspiren estudios posteriores. Mi concepción tiene origen básicamente en las experiencias vividas con personas a las que considero ya nuevas. ¿Dónde las encontré? Entre empresarios que abandonaron la desleal competición a que se lanzaban, con traje y corbata, seducidos por los altos sueldos y la participación en los beneficios, para vivir de forma más sencilla, de acuerdo con un nuevo estilo de vida. Las encontré entre las chicas y los muchachos melenudos que desafían a la mayoría de los valores de la cultura actual y están creando una contracultura. Entre los padres, monjas y pastores que renunciaron a los dogmas de las instituciones a las que pertenecían para vivir de una manera que les parece más significativa. Y entre las mujeres que están superando con vigor las limitaciones que la sociedad impuso a su individualidad. Las encuentro entre los negros, los chicanos y los miembros de otros grupos minoritarios que se van liberando de una larga historia de pasividad y buscan una vida firme y positiva. También entre las personas que vivencian grupos de encuentro y están encontrando un lugar en sus vidas para la emoción, lo mismo que para la razón. Y entre los escolares creadores que se evaden de la escuela para buscar horizontes más amplios que los que la estéril organización actual permite. Veo asimismo que durante los años que dediqué a la psicoterapia me encontré con porciones de esta persona nueva en los momentos en que los clientes escogían para sí mismos un tipo de vida más libre, más rico y más autónomo. Éstas son algunas de las situaciones en las que vislumbré algunos aspectos de la persona que está surgiendo. Si bien las fuentes de mis percepciones son muy diversificadas, entreveo una cierta unidad en el individuo que percibo. La configuración general parece semejante, aunque existen diferencias secundarias. Él (o ella) —me gustaría que alguien nos brindase un conjunto bisexual de pronombres— aporta al mundo un nuevo rostro, un patrón humano a mi modo de ver jamás visto antes, excepto quizá en individuos atípicos. Me gustaría señalar algunas de las cualidades de esta persona de múltiples facetas; empezaré por dos que se me antojan más destacadas y significativas. Deseo de autenticidad Por encima de todo, esta persona se caracteriza por su preocupación por la autenticidad. Considera la comunicación como un medio de decir las cosas tal como son, transmitiendo el mismo mensaje mediante los sentimientos, las ideas, los gestos, la palabra y la expresión corporal. Creció en un clima de hipocresía, de falsedad y de declaraciones de doble sentido y está harta de diálogos y pensamientos ambiguos. Conoce las falsedades y los camelos de la Madison Avenue. Oyó informaciones deliberadamente falsas, procedentes de "fuentes oficiales fidedignas". Vio cómo la palabra "paz" se empleaba como sinónimo de "guerra" y la expresión "ley y orden" como sinónimo de "represión de los disidentes por medio de los recursos legales". Oyó las palabras de doble sentido de sus padres y profesores. Todo se resume en la advertencia: "Haz lo que digo y no lo que hago." Rechaza esta cultura hipócrita y desea establecer relaciones interpersonales en las que la comunicación sea completa y verdadera, no parcial y falsa. En este sentido, consiguió unos progresos asombrosos. En cuanto a sus relaciones sexuales esta persona prefiere ser franca a llevar una vida secreta o hipócrita. Está aprendiendo a luchar contra los conflictos, incluso en organizaciones, o sea, a mantener relaciones interpersonales en un clima de confianza, basado en la franqueza y no en apariencias. Es una persona auténtica. En este contexto, nos encontramos con un joven buen estudiante, orador en representación de los alumnos en la ceremonia de graduación de la Escuela de derecho de la Universidad de Harvard, quien dice a los profesores y padres allí reunidos: "Ustedes nos dijeron repetidas veces que la confianza y el valor eran normas que debían observarse. Ustedes nos convencieron de que la igualdad y la justicia eran conceptos inviolables. Ustedes nos enseñaron que la autoridad debería guiarse por la razón y moderarse con la probidad. Y los tomamos en serio." A continuación relata cómo, guiados por estos principios, los estudiantes lucharon en pro de los derechos civiles, trabajaron entre los marginados urbanos y rurales y denunciaron las injusticias de la guerra en el sudeste asiático. "Pero, cuando intentamos poner en práctica los valores que ustedes nos enseñaron a respetar, recibimos una respuesta sorprendente", dijo, refiriéndose a la persecución y a la violencia ejercidas contra los jóvenes. "Cuando este tipo de represión violenta sustituye a la busca de alternativas razonables, los norteamericanos comprometen sus más profundos ideales". Este joven estaba desafiando a nuestra hipócrita cultura. Tenemos también el caso de una estudiante que se destacó de entre sus colegas para declarar en la ceremonia de graduación del Mills College que no piensa tener hijos porque el mundo actual no ofrece un ambiente adecuado. Una sinceridad sin precedentes. Encontramos también un piloto integrante de un escuadrón B-52, que se negó a cumplir la orden de proseguir los vuelos de bombardeo sobre un país neutral, corriendo el riesgo de ser sometido a un consejo de guerra, al afirmar: "Actuar tal como lo venía haciendo y defender las convicciones morales que defendía era el colmo de la hipocresía." Asumió la total responsabilidad de sus misiones aéreas, si bien estaba bajo las órdenes de su comandante2. Las instituciones existen para las personas Una de las más profundas antipatías de este individuo se centra en las instituciones. Se opone a todas las demasiado estructuradas, rígidas y burocráticas. Está convencido de que las instituciones existen para servir a las personas y no al contrario. Entre los acontecimientos culturales más notables de nuestra época se encuentra la decadencia del poder y de la autoridad de las instituciones, sean gubernamentales, militares, religiosas, empresariales o escolares. Es probable que parte de este hecho sea un resultado de la actitud de esta nueva persona que ahora surge, una persona que no respeta el orden por el orden, la norma por la norma, las leyes por la necesidad de tener leyes. Una persona que pone en tela de juicio todos los aspectos de la estructura formal, los cuales rechaza, a menos que sirvan a alguna finalidad humana. Y que se opone a todo tipo de rigidez, pues la inflexibilidad no sirve al ser humano en proceso de transformación. Sus creencias a este respecto son firmes. Preferiría dejar una institución antes que aceptar órdenes que le parecen sin sentido. Por eso los profesores universitarios abandonan las universidades, los alumnos las facultades, los médicos se desligan de la Asociación de medicina, los sacerdotes se alejan de sus iglesias, los ejecutivos presentan la dimisión en sus empresas y los pilotos de las fuerzas aéreas se niegan a formar parte de escuadrones de bombardeo. Esta lista podría alargarse de manera indefinida. Muchos de estos gestos se realizan en silencio, sin alardes. La institución del matrimonio está siendo despreciada por parejas de todas las edades, que decidieron no aceptar las costumbres, los ritos y las leyes a él referentes, y viven juntos sin las bendiciones correspondientes. Lo hacen abiertamente, pero no con la intención de desafiar. Simplemente, estas parejas creen que sus relaciones sólo tienen sentido si son mutuamente enriquecedoras y promueven el crecimiento. Según ellas, la relación conyugal tiene muy poco en común con el matrimonio como ceremonia o como formalidad legal; por eso, pasan por alto con toda tranquilidad las reglas tradicionales. En un estudio realizado entre esposas católicas, hallamos un ejemplo más de esta actitud en relación a las instituciones. Entre las de menos de 30 años, un 65 % emplea métodos anticonceptivos desaprobados por la Iglesia. No sé que se celebrasen manifestaciones contra la encíclica papal de 1968. No hay ningún movimiento de protesta. Sencillamente, estas mujeres hacen caso omiso de las opiniones institucionales y actúan de la manera que juzgan más conveniente para las personas y no para las estructuras. Tratase de uno de tantos ejemplos como sería posible mencionar. ¿Qué es lo que sustituirá a las instituciones en esta nueva persona? Es demasiado pronto para contestar. Vislumbro una tendencia a la creación de grupos pequeños, informales, no jerárquicos. Profesores y alumnos pusieron en marcha 500 "escuelas libres", informales y de duración efímera, por lo general, decididamente no estructuradas, rebosantes de entusiasmo y de experiencias de aprendizaje. Existe un centro de posgraduación de alto nivel (la Union graduate School), que permite al alumno conseguir el doctorado por medio de un honesto programa de estudios realizados independientemente por el propio alumno, orientado y ayudado por un grupo de profesores y de colegas. A esta escuela afluyen innumerables inscripciones y atrae a la flor y nata de los estudiantes, pese a lo cual prefiere mantenerse con un desarrollo reducido. Ejecutivos "fugados" de su situación anterior dieron inicio a empresas personales de escasa envergadura, en las que las relaciones interpersonales son directas y cara a cara, y no de segunda —o de quinta— mano. Personas de todos los tipos se agrupan en comunidades, en las que las relaciones son bastante personales y en las que la estructura y la autoridad no se evocan más que con fines muy específicos. Existen algunos grupos profesionales recientes, como el centro al que tengo el privilegio de pertenecer, que están unidos principalmente por un profundo sentido de la comunidad, que no conservan ningún vestigio de autoridad y que no desean crecer en número, pero que desarrollan de forma extremadamente eficaz programas diversificados y creativos. Otra tendencia consiste en humanizar las propias instituciones, actuando dentro de ellas y, sencillamente, sin tener en cuenta reglamentos carentes de sentido. Así, los obreros que trabajan en cadenas de montaje pasan por alto las tareas rutinarias que les son impuestas y forman equipos que se alternan en esas tareas, realizan dos de ellas al mismo tiempo y encuentran otras maneras de decir, por medio de sus acciones, que son personas y no dientes de un engranaje tecnológico, personas que se dirigen a sí mismas y cuyos intereses ocupan el primer plano. En el gobierno y en la política —ese lodazal en el que tantos se hundieron— también existen personas que intentan asumir una postura humana. Cierto diputado de uno de los Estados de la Unión, hombre de éxito, escribe a sus electores para decirles: "... Es necesario que las instituciones dejen de orientarse hacia la muerte y miren hacia la vida... Que los políticos asuman un compromiso con la autorrealización y no con la autonegación." Y continúa: "Comprendo, y cada vez mejor, que el descubrir una nueva política para nuestra sociedad depende de mi propia vivencia y experiencia y del descubrimiento de una 'nueva política' interior —entrar en intenso contacto con todas las partes de. mi ser, de tal forma que, a partir de la armonía interior resultante, pase a vivir cada vez más abierto y pueda denunciar las instituciones y las costumbres que, en nuestra cultura, constituyen un obstáculo para esa armonía— dentro de nosotros mismos, entre nosotros y entre nosotros y el mundo." (Vasconcellos, 1972). Es un viento ligero soplando sobre el mundo político, una persona auténtica que busca apoyo electoral, lo obtiene y provoca cambios internos en una institución secular. Por tanto, esta segunda característica de la persona nueva que está surgiendo —dar prioridad a la persona humana y no a la institución— es extremadamente profunda, ejerce una influencia sobre todos los tipos de organización y presagia, a mi modo de ver, una radical nueva valoración de la estructura de nuestra sociedad. Otras cualidades Observo otras características en la persona que surge. Resumiré ahora algunas. Indiferencia por los bienes materiales Es fundamentalmente indiferente a las comodidades y a las recompensas materiales. Aunque está habituado a una sociedad rica y está dispuesto a echar mano de todos los tipos de máquinas imaginables, de comodidades y de exquisiteces, nada de esto les es necesario. Unos pantalones ordinarios, un saco de dormir y una hamburguesa tienen más valor a veces —al menos, el mismo— que unas ropas caras, un piso de lujo y unos platos exquisitos. Su objetivo principal prescinde enteramente de los bienes materiales. Así encontramos ejecutivos que se sienten muy a gusto al ser ahora granjeros o instructores de esquí, por el hecho de que fueron ellos los que eligieron ese nuevo tipo de vida. Y jóvenes sin la menor tendencia a acumular dinero, cuya motivación no es otra que emplearlo en fines personales o sociales constructivos. El dinero y los símbolos materiales de riqueza dejan de ser la meta principal de estas personas. Un interés no moralista Esta persona no es indiferente al mundo que la rodea. Desea hondamente ser útil a los demás, a sus "hermanos y hermanas" y a la sociedad, siempre que le parece, necesitan ayuda. Pero desconfía abiertamente de las "profesiones asistenciales", con las que psiquiatras, asistentes sociales y consejeros especializados en toxicómanos se ganan la vida ofreciendo una ayuda remunerada, escondidos con frecuencia detrás de una fachada profesional. Esta persona tiende a seguir un camino más directo. Chicos y chicas forman "líneas de vanguardia" para ayudar a personas en dificultades, y lo hacen de forma voluntaria. Cuando los "cuadrados" se encuentran en situación de emergencia, los atienden con rapidez. Durante las crecidas del Missisipí, jóvenes melenudos de ambos sexos acudieron, muchas veces desde centenares de kilómetros de distancia, para llenar sacos de arena, construir diques o ayudar a las familias. En todas estas situaciones, la preocupación por una remuneración o no existe o es bastante secundaria. Esta ayuda tan espontáneamente prestada por la persona nueva refleja un interés cuidadoso, sutil y no moralista por el mundo que la rodea. Al ayudar a una persona que pasó por una experiencia negativa por el uso de tóxicos, se aproxima de una manera afable y confortadora, sin el menor afán de sermonear. Cuando a una persona se la procesa por un crimen, recibe ayuda y no lecciones y reprimendas. Acepta a las personas tal como son, porque sabe que los papeles podían muy fácilmente invertirse. Desdeña los tipos de ayuda más corrientes en nuestra sociedad: las vías diagnósticas, de valoración, interpretativas, prescriptivas y a veces punitivas. El deseo de intimidad Esta persona anda a la busca de nuevas formas de convivencia, de acercamiento, de intimidad, de objetivos comunes y de nuevas formas de comunicación en este tipo de convivencia, verbal y no verbal, emocional e intelectual. Es consciente de que, en su vida transitoria, establecerá casi siempre relaciones temporales y que se hace necesario aproximarse con rapidez. En su vida dinámica, no permanece durante mucho tiempo en una sola comunidad. No se halla cercada por la familia y por los parientes. Forma lo que Bennis y Slater (1968) denominan sociedad temporal. Se da cuenta así de que si quiere vivir en un contexto humano necesita estar dispuesta a establecer lazos íntimos y comunicativos con los demás en un espacio de tiempo corto. Necesita estar preparada para la separación, sin que esto suponga demasiado problema o pesar. Escepticismo respecto a la ciencia Una de las actitudes que esta persona mantiene es la oposición radical al punto de vista predominante en las últimas décadas. Se trata de una profunda desconfianza en relación a una ciencia que se basa en la cognición y a una tecnología que utiliza esta ciencia en la conquista del mundo material y humano. Dejó de confiar en las abstracciones científicas y en los fines a que se aplican. Cree intuitivamente que los descubrimientos y los aprendizajes significativos requieren la movilización de los sentimientos. No está especialmente impresionada con el programa espacial y está en contra de que llenen el espacio y la luna de "chatarra" costosísima. Cree que la tecnología debería existir para fines distintos a los de conquista. Una de las manifestaciones de esta desconfianza en relación a la ciencia actual es su fe y su interés en el ocultismo, la astrología, el I-Ching y el tarot, "ciencias del pasado". Pese a esto, se muestra muy inclinado a dedicarse a las ciencias y a la tecnología modernas cuando cree que se hallan al servicio de objetivos humanos. Es notorio, por ejemplo, que se especializa en electrónica para crear y retransmitir mensajes musicales. Otro ejemplo de esta disposición lo tenemos en el uso entusiasta que hace de la bioenergética a fin de aumentar la autopercepción y producir cambios en su propio comportamiento. No debe mal interpretarse su desconfianza generalizada respecto al "progreso" científico. No es una persona dogmática. Está ansiosa por encontrar la verdad. Es alguien que inquiere y no tiene respuestas claras. La única cosa de la que tiene certeza es de su incertidumbre. Tiene perfecto conocimiento de que no pasa de ser sino una partícula de vida en un planeta azul y blanco (cuyos días pueden estar contados) que fluctúa en un inmenso universo. Lo mismo que les pasó a muchos que inquirieron sobre esto antes que él, no sabe si existe un plan determinado en el universo o si no existe más plan que el que él mismo crea. Acepta vivir con esta angustiosa incertidumbre, al paso que, a su modo, se esfuerza por aprender más sobre los universos exterior o interior. El universo interior Un sincero deseo de explorar el espacio interior es otra de las características de esta persona. Está más dispuesta a conocerse a sí misma, sus sentimientos y sus "fallos" que el ser humano que la precedió. Se comunica consigo misma con más espontaneidad y menos temor. Las barreras impuestas por la represión, que en tan alto grado impiden al hombre el acceso a su interior, son en ella muchísimo menores que en las generaciones precedentes. Es una persona bastante lúcida. Esta buena disposición para mirar hacia dentro de sí misma la cojea en contacto con muchas áreas nuevas: los estados alterados de conciencia inducidos por las drogas, un interés renovado por los sueños, el recurso a varios tipos de meditación, un interés por todo tipo de fenómenos psíquicos y por posturas religiosas esotéricas y trascendentes. Cree que dentro de nosotros existen mundos inexplorados y capacidades ocultas, de las que la ensoñación, la fantasía y la intuición son las puertas que se abren a mucho más. Cree que la conciencia cósmica, la transmisión del pensamiento (telepatía), las auras kirlianas que manan de los seres vivos no son delirios de personas "sensibles". Cree que estas manifestaciones se hallan dentro de los límites de lo posible y o teme las perturbaciones que la exploración de estas posibilidades pueden provocar en una visión convencional del mundo. En equilibrio con la naturaleza Esta persona se siente próxima al mundo natural. Respeta la naturaleza y sus designios; vuelve a aprender las lecciones de las tribus primitivas sobre la manera de vivir en la que el hombre y la naturaleza se equilibran mutuamente, apoyándose el uno en el otro. La plancha de surf, los esquíes, el velero, el planeador representan mejor sus intereses creativos que la lancha, el buggy o el coche de carreras. El primer grupo se corresponde con su entusiasmo por la alianza vibrante con las fuerzas naturales, las olas, los declives cubiertos de nieve, el viento y las corrientes de aire; el segundo representa la conquista aparatosa de la naturaleza, cuyo resultado es destrucción y contaminación. Con su respeto por la naturaleza, esta persona nueva redescubrió hasta qué punto es posible aprender gracias a la observación paciente de los habitantes del bosque y del desierto. Encontramos hombre y mujeres que dedican muchos años de sacrificio a la convivencia con tribus primitivas, o con gorilas, leones, chimpancés, etc. sólo por aprender de ellos. Se trata de una actitud nueva, más humilde y respetuosa. Una persona que progresa Es una persona consciente de que está en continua progresión, en constante cambio. En este proceso se muestra espontánea, llena de vida, dispuesta a arriesgarse. Sus penas y sus placeres, sus alegrías y sus tristezas son extremados y los expresa con pasión. Su espíritu de aventura tiene una característica casi isabelina: todo es posible, es válido experimentar cualquier cosa. Como se encuentra en progresión no tolera la fijeza. No logra admitir que la rigidez de las escuelas, la flagrante mala distribución de la riqueza, la depresión de la vida en los barrios de minorías marginadas, la discriminación racial o sexual injusta y las guerras inicuas tengan que seguir existiendo. Quiere modificar este estado de cosas y desea hacerlo ahora, humanizándolo. Creo que esta persona es el primer ser humano de la historia que es consciente, totalmente, de que el cambio es la única constante de la vida. La autoridad interna Esta persona confía en sus experiencias y desconfía profundamente de toda autoridad impuesta desde fuera. Ni el padre, ni un juez, ni un profesor pueden convencerle de algo que vaya en contra de su experiencia. Muchas veces decide obedecer las leyes, cuando las considera justas y razonables, y desobedecer aquellas que le parecen injustas o irracionales, asumiendo las consecuencias de sus actos. En un plano de problemas secundario, fuma "porros" porque la ley que lo prohíbe le parece irracional e injusta, arriesgándose a que le "trinquen". Respecto a problemas fundamentales, rehúsa alistarse cuando piensa que se halla ante una guerra injusta; revela documentos oficiales "secretos" cuando cree que el pueblo debería tener conocimiento de los hechos; por la misma razón, se niega a revelar las fuentes de sus noticias. Este fenómeno es inusitado. Tuvimos algunos Thoreaus, pero nunca centenares y millares de personas, jóvenes o de edad, decididas a obedecer unas leyes y a rechazar otras, según su propio juicio moral, apechando con las consecuencias. Esta persona confía en sí misma y en su capacidad para distinguir debidamente en aquellas situaciones que atañen a la autoridad. Éstas son algunas de las características que percibo en la persona que surge. Sé perfectamente que son poquísimas las que poseen todas estas características, como también que estoy describiendo una minoría. Aun así, me parece que estas personas están ejerciendo una influencia inmensa, desproporcionada a su número; es éste, a mi modo de ver, un hecho trascendental para el futuro. ¿Es viable esta persona? Cabe hacerse algunas preguntas respecto a esta persona que surge. ¿Cuál es su probabilidad de supervivencia? ¿Qué obstáculos encuentra y encontrará? ¿Qué tipo de influencia ejercerá sobre nuestra cultura? Antecedentes La línea de raciocinio que pone en duda su supervivencia es de naturaleza histórica. Esta persona que surge tiene escasa semejanza con los tipos humanos que demostraron ya tener condiciones para la supervivencia. No tiene afinidades con el jefe militar práctico y disciplinado del imperio romano. Tiene poco parecido con el hombre medieval dicotómico, el hombre de la fe y de la fuerza, de los monasterios y de las cruzadas. Es casi la antítesis del puritano que levantó nuestro país, con sus rígidas creencias y los rigurosos controles impuestos al comportamiento. Es muy diferente de la persona ambiciosa, productiva, atenta a las ganancias y competitiva que produjo la revolución industrial. Está en radical desacuerdo con la sociedad comunista, que controla el pensamiento y el comportamiento individuales en nombre del Estado. Tanto sus características como su comportamiento están decididamente en contra de la ortodoxia y los dogmas de las grandes religiones occidentales, el catolicismo, el protestantismo y el judaísmo. No se deja encerrar en la sociedad actual, en su forma de gobierno, en sus burocracias militares y administrativas, en su rigidez educativa. No se siente a gusto en la sociedad norteamericana de hoy, dominada por la tecnología de los ordenadores y por los uniformes, el militar, el del policía, el del investigador y el de los hombres anónimos investidos de poder. ¿Existirá algún paralelo? Durante el corto florecimiento de la cultura griega, se creía que la sabiduría suprema y la justificación fundamental de la comunidad consistían en crear un hombre, una persona superior en sus características humanas. La persona que surge ahora se halla bastante cerca de este objetivo. Creo que también se sentiría razonablemente a gusto en el mundo renacentista, otro período de transformación difícil y estimulante. Es evidente, no obstante, que sus Características no predominaron en la historia. Si sobreviven, serán la excepción de la regla. Obstáculos Habrá oposición a que surja esta persona. La naturaleza de estos obstáculos podrá expresarse por medio de una serie de slogans que nos adelantan las fuentes de la resistencia. En primer lugar: "El Estado por encima de todo." La última década hizo patente que en este país, y en la mayoría de los demás, la élite gobernante y la compacta burocracia que la rodea no admiten disidentes o individuos que tengan valores y objetivos distintos de los suyos. La persona nueva ha sido y será atormentada, privada de la libertad de expresión, acusada de conspiración, encarcelada por su negativa a someterse. Sólo podría invertir esta tendencia un despertar masivo —e improbable— de los norteamericanos. La aceptación de la diversidad de valores, estilos de vida y opiniones constituye el meollo del proceso democrático, pero no es algo que prospere hoy en los Estados Unidos. Por tanto, esa persona que emerge será seguramente refrenada por el gobierno. En segundo lugar: "La tradición por encima de todo." En nuestra sociedad, las instituciones —educativas, asociativas, religiosas, familiares— se oponen de frente a quienquiera que desafíe a la tradición. Las universidades y las escuelas públicas son las instituciones que probablemente se mostrarán más hostiles a esa persona del mañana. Como no se amolda a las tradiciones se la condenará al ostracismo y se la eliminará, siempre que sea posible. A pesar de su imagen conservadora, las empresas responden algo mejor a las tendencias públicas. Incluso así, se mostrarán contrarias a la persona que coloca la autorrealización por encima del mero cumplimiento de su obligación, el crecimiento personal por encima de los salarios o beneficios, la colaboración con la naturaleza por encima de su conquista. La Iglesia es un oponente menos temible. Las tradiciones familiares y conyugales se hallan en tal estado de confusión que es poco probable que su antagonismo, aunque exista, pueda ser eficaz. En tercer lugar: "El intelecto por encima de todo." El hecho de que este nuevo individuo pretenda ser una persona entera —integrados cuerpo, mente, sentimientos, espíritu y poderes psíquicos— se considerará una de las más arrogantes ofensas. No sólo el mundo científico y académico, sino también el gobierno, se basan en la premisa de que el raciocinio cognitivo representa la única función humana importante. Basta con leer el asombroso libro de Halberstam para darse cuenta de que los "mejores y más brillantes" creían que "bastaban la inteligencia y la racionalidad para solucionar todas las cosas" (1972, pág. 44). Esta creencia fue la que condujo al atolladero de Vietnam. Científicos, profesores universitarios y legisladores de todos los niveles comparten esta convicción. Y serán los primeros en segregar desprecio y escarnio sobre todo aquel que desafíe este credo de palabra o de hecho. En cuarto lugar: "El hombre debe ser modelado." Según el informe de Stanford, es posible extrapolar, mediante los recursos de la lógica, una concepción del hombre vigente en la actual cultura tecnológica, lo que supone la aplicación de la tecnología social y psicológica al control de la conducta no conformista, en defensa de una sociedad postindustrial estable. Estos controles serían ejercidos por alguna fuerza institucional específica, sin lo que los autores conocen como "burocracias de la guerra, bienestar, industria, comunicaciones, policía" (1973, XXI-XXII). Es evidente que, en el caso de que prevalezca la imagen conformista del hombre, uno de los primeros objetivos sería el de controlar o eliminar a la persona que aquí describo. Este modelado puede promoverse no sólo por un sutil control coercitivo, sino también por el progreso constante del propio conocimiento científico. Los biólogos y bioquímicos están estudiando las posibilidades del modelado genético y de las alteraciones del comportamiento químicamente inducidas. Lo mismo que el conocimiento social y el psicológico, esos progresos pueden utilizarse como posibilidades de control o de liberación. Hace mucho que los físicos dejaron de ser ingenuos respecto al uso que se hace de sus descubrimientos. Luego se encuentran las ciencias biológicas y las psicológicas. También pueden convertirse fácilmente en instrumentos de este sólido edificio burocrático en el que la marcha en dirección al control parece inevitable, sin que en él exista una persona única responsable de ninguna de estas acciones específicas; se trata de un monstruo rastrero con cabeza de hidra que engulle el tipo de persona que he descrito. En quinto lugar: "Mantener siempre el statu quo." El cambio supone una amenaza, por lo que la posibilidad de que se lleve a efecto genera personas temerosas e indignadas. En su forma más pura, tales personas se encuentran en la extrema derecha, aunque todos tenemos también algunos recelos. Por tanto, los fuertes ataques contra esta persona nueva vendrán de la derecha más conservadora, lógicamente aterrorizada al ver disolverse ese mundo suyo tan seguro, pero, en realidad, recibirá el silencioso apoyo de toda la población. El cambio es penoso e incierto. ¿Quiénes lo quieren? La respuesta es: pocos. En sexto lugar: "Nuestra verdad es la verdad." El defensor de las creencias extremadas es también enemigo de los cambios; se le encuentra tanto en la izquierda, como en la derecha o en el centro. No será capaz de tolerar una persona dócil, inquiridora y que no dispone de conocimientos seguros y claros. Joven o viejo, izquierdista fanático o de la extrema derecha, necesita oponerse a ese individuo en progresión que busca la verdad. Creyentes verdaderos, como ellos, poseen la verdad, por lo que a los demás les corresponde estar de acuerdo. Así, conforme sigue emergiendo, esa persona del mañana encontrará resistencia y hostilidad crecientes, originadas en aquellas seis fuentes importantes; es posible que acaben por subyugarla. ¿Y el futuro? La historia ha demostrado con insistencia que una evolución ya iniciada no se detiene fácilmente. La entrada en escena de un número mayor de personas de este tipo es algo que puede ser retardado por alguna de las fuerzas mencionadas, o por todas ellas. La revolución silenciosa, de la que constituye la esencia, puede tornarse más imprecisa. Esta persona puede ser eliminada. U obligada a vivir exclusivamente en las catacumbas. Pero sus cualidades esparcieron por el mundo un fermento poderoso. Será difícil volver a encerrar este genio en la botella. Doblemente difícil porque ahí está una persona que vive sus valores. Este vivir un sistema de valores nuevo y divergente es la acción más revolucionaria que una persona puede emprender, además de que no es fácilmente destructible. Supongamos entonces que esa persona tenga una mínima posibilidad de vivir a plena luz, de adquirir influencia, de cambiar nuestra sociedad. ¿Cuál sería el panorama? ¿Sería tan amenazador o terrible como muchos temen? La persona que surge no realizaría la utopía. Cometería errores, sería una persona en parte corrompida, iría demasiado lejos en determinadas direcciones. Pero promovería una sociedad que reforzaría ciertas tendencias, una cultura que caminaría en las siguientes direcciones: Hacia una apertura no defensiva en todas las relaciones interpersonales en la familia, el trabajo y el sistema de liderazgo. Hacia la exploración del yo y el desarrollo de la riqueza del soma humano —cuerpo y mente— integral, individual y responsable. Hacia la valorización del individuo por lo que es, con independencia de su sexo, raza, posición social o medios económicos. Hacia la formación de agrupamientos humanizados en nuestras comunidades, en nuestros ambientes educativos y en nuestras unidades de producción. Hacia una forma de relación con el mundo natural estrecha, respetuosa, equilibrada y recíproca. Hacia la valorización de los bienes materiales sólo cuando mejoren la calidad de vida personal. Hacia una distribución más justa de los bienes materiales. Hacia una sociedad con un mínimo de estructura, en la que las necesidades humanas tengan prioridad sobre toda estructura experimental que se cree. Hacia un liderazgo temporal, sustituible, basado en la competencia del líder para satisfacer una necesidad local específica. Hacia una preocupación más auténtica e interesada en aquellos que necesitan ayuda. Hacia una idea humana de la ciencia, en su fase creativa, en la comprobación de sus hipótesis y en la consideración del valor humano de sus aplicaciones. Hacia todos los tipos de creatividad —en el pensamiento y en la exploración— en las áreas de las relaciones sociales, las artes, la planificación social, la arquitectura, la planificación urbana y regional, y la ciencia. Para mí, estas tendencias no son aterradoras sino estimulantes. A pesar de las tinieblas del presente, nuestra cultura acaso tenga ya un pie en el umbral de un grandioso proceso evolucionario-revolucionario. De todo corazón no digo sino esto: Poder para la persona que surge y la revolución que aporta consigo.

(Este artículo fue escrito en 1977)

2 comentarios:

  1. si no fuera por Dios el hombre no existiria, y claro que el hombre es el creador de sus vivencias, pero siempre sostenido por el Todopoderoso.

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  2. el hombre es cuerpo alma y espiritu, no solo cuerpo y mente

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